carta n° 1
Escribirte... que a mi criterio es lo que más te gustaría de lo que soy ahora. aunque por supuesto no logra
llenar aquel vacío que dejaste. Me dejaste con mil charlas atadas a mi
lengua. No llegaste a habitar el tiempo en que pudiese responderte, hoy te diría
muchas cosas pero te preguntaría una cantidad aun mayor. Me diste el respaldo
infinito de una niñez que no viste vivir lo suficiente para decirme mujer.
Recuerdo aun en mi mano, que es bastante más grande de lo que recordaras, el
tacto frío pero seguro y aterciopelado de la tuya, es, entre muchas cosas, lo que
más recuerdo de vos. Pero también está muy presente las interminables charlas
añoradas que manteníamos cada vez que se nos presentaba la oportunidad , jamás
me canse de escucharte, es mas, pensaba con
total seguridad: “yo quería ser ese tipo de mujer que a final de su vida tuviese
tantas historias en su haber ,tanto camino ,tanto vuelo, tanta persona y tanta
mujer, como para dejar despabilada a tus nietos noche tras noche, te con leche
tras te con leche ”.
Sé también, sin dudarlo por un segundo, que jamás quisiste que viera o que
sintiera mil cosas de las que viví. vi como te apagabas. La luz de tu habla tan
firme y potente se consumió como una vela olvidada en medio de la triste arena
, pero no para siempre, en mi vive toda tu pasión , ya que he de contarte: amo la
literatura más que a todo lo demás , gracias por darme la
herramienta del libro y de la charla para vivir en la vida, gracias por darme el
mejor ejemplo que jamás podre igualar y mucho menos comprar .
Extraño la serenidad que me trasmitía tu verde mirada, que inequívocamente me
aseguraba que todo estaba bien vivido y bien resuelto, la elegancia de tu andar
con clase de mujer y la sonrisa que con años dejo arrugas en tu rostro de las
felicidades y de las azarosas tristezas que, solo como prendedor de pétalos de
rosa verdes, cual color entrañable en mano, son al fin de cuentas la experiencia
que tanto añoro.
te acuerdas de esa vez en la que estábamos sentadas
juntas en la cocina , y te pregunté porque te cruzabas de piernas de esa forma
que a mi mentalidad era demasiado estructurada, me contestaste que así es como
se sientan las mujeres de verdad , me dijiste que te diferencias y pones
respeto según el porte , ese fue el día en que descubrí mi femineidad. Tengo más
de ti desde ese momento del que te podrías imaginar, no
hay rotulo mas de mujer que cuando se está en falda con tacos y cartera y ese
es el mejor recuerdo que viene a mi mente de ti, perfectamente preparada.
Sabes… nunca mas volví a jugar a la casita robada, me trae demasiados recuerdos, nos dejábamos ganar la una a otra
en complicidad y buenaventura, aunque eso si, te comunico que para mí la
infusión de la tarde es un buen café o mate, lo
lamento pero el té no va.
Te escribo en el instante
en el que descubrí lo agradecida que estoy de haberte tenido.
Lucia.
09-02-11
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